El mundo del motociclismo siempre ha tenido sus héroes, es decir, los pilotos que son recordados por sus hazañas o por sus resultados. Giancarlo Falappa entra en esta categoría por su tenacidad en la conducta de carrera que le ayudó a ser uno de los pilotos más combativos del Campeonato del Mundo de Superbikes.
El "León de Jesi" dio sus primeros pasos en el deporte de dos ruedas compitiendo en campo a través.
Su valor y habilidad en la pista le valieron el título en el Campeonato de Italia, montando una moto artesanal de Villa. En la competición internacional de la Copa Intermarche en Lovolo, el León de Jesi formó parte del equipo de Villa, junto a Orlando y Vicarelli.
Falappa empezó a ser conocido por sus habilidades como piloto y pudo encontrar una moto para hacer sus primeras pruebas en pista, al firmar en 1988 un contrato de dos años con un concesionario que le había confiado una Suzuki GSX-R 1100 para carrera en el Campeonato Italiano de Producción Deportiva.
En 1990, el León se unió al equipo oficial de Ducati.
La forma en que consiguió este trabajo también es increíble. Marco Lucchinelli, entonces director del equipo de la empresa Borgo Panigale, se dirigía a alta velocidad hacia el circuito de Misano Adriatico, cuando vio a un piloto que abría la puerta derecha junto a él y lo saludaba. Fue Giancarlo Falappa. La locura y la simpatía de este gesto le permitió ser reclutado en Ducati, lo que con razón le dio mucha confianza.
En su debut montando la 851 oficial, obtuvo la pole position y ganó la carrera. En cuatro años de carreras de Superbikes ganó 16 veces, registró 8 poles y consiguió 36 podios.
Su carrera se caracterizó por una generosidad y agresividad que lo hicieron querer por el público, que aún lo rodea de cariño y atención.